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por Blogs Oh Yeah
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Los miedos más irracionales que he tenido haciendo el delicioso, siendo una chica curvy....

Siempre he sido una persona que ha oscilado entre una diversidad de pesos y miedos constantes. En la primaria uno de mis miedos era no ser elegida en los equipos de deportes por gorda, sin embargo cuando bajé de peso en la secundaria, tuve que lidiar con mi nuevo miedo a las alturas por ir hasta arriba de las pirámides humanas en clase de gimnasia; la mitad de la preparatoria se me fue en estarme levantando todo el tiempo los pantalones que se me caían por estar en los huesos y la otra mitad se me fue cubriendo mis nuevas y relucientes lonjas por miedo al qué dirán. Así mi vida en kilos y temores de aquí para allá.
Sin embargo una vez que empecé a vivir mi despertar sexual y el deseo de fundir mis carnes con el ser amado, empezó el verdadero terror para mi y se me empezaron a activar nuevos miedos que no sabía que vivían en mi. Aquí el repaso de algunos de ellos y cómo fue que empezaron a desaparecer.
Mostrarme desnuda. Si, así de irracional como suena, así era mi miedo. Se me iban las noches pensando formas de hacer el delicioso sin tener que quitarme alguna prenda. ¡Ni siquiera me gustaba que me vieran en short o en camiseta sin mangas!, mucho menos imaginar que alguien me viera como Dios me trajo al mundo y mira que cuando Dios me trajo al mundo, no pesaba lo que peso ahora y aún así estoy segura que me habría dado pena. Por más y más que me devané los sesos, no encontré la solución que buscaba y cuando llegó el momento de plantar toda mi desnudez frente a la persona… sorprendida quedé al ver como se abalanzaba sobre mí, como si no hubiera un banquete más delicioso en todo el planeta tierra. No me dijo: “Mejor no, desnuda ya no me gustas”, ni se fijó en mi celulitis, ni le importó manosearme las boobies aunque yo las sentía caídas, ni salió corriendo de ahí. Me tomó algún tiempo, mucho miedo y varios encuentros con la luz apagada, para procesarlo y darme cuenta que todos esos pensamientos estaban solo en mi cabeza y eran los mismos que hasta ese momento me habían impedido tener cualquier contacto físico íntimo con otra persona.
Asfixiar al ser amado mientras me hace un oral. Por más loco que parezca, este ha sido el miedo que más me ha acompañado a lo largo de mi vida sexual. Sobra decir que como mujer lesbiana declarada desde hace varios años, es una práctica in-dis-pen-sa-ble en el repertorio de posiciones y prácticas sexuales de la que no puedo huir. Y es que oye, cuando tienes un gran y hermoso trasero como el mío, solo puede estar sostenido por un par de poderosos muslos que resistan esa gran carga. Ahora que ya sabes el contexto de mi miedo, de pronto comprenderás que no era tan irracional pensar que cuando alguien baje a probar de ese fruto, quede atrapado entre mis muslos y tenga una muerte digna de salir en Mil y un formas ridículas de morir, ¿cierto?. Sin embargo déjame contarte que ha habido muchos valientes que se han aventurado y no ha pasado nada que no les guste y por supuesto nada que no me guste a mi también. ¡Es algo que simplemente tienes que dejarte ir y disfrutar!. Mi consejo sería: relájate, ponte en una posición cómoda, abre bien tus piernas, hazle saber a la persona lo que te está gustando, hacia dónde ir o con qué intensidad te gusta y déjate llevar por el placer.
Usar un juguete erótico. Siempre me había considerado una chica convencional, introvertida, una “chica de casa”, como suelen decir. Así que cuando mi pareja sacó un vibrador azul cielo con una extraña pero agradable forma curvada, grandes preguntas pasaron por mi mente: ¿Cómo se usa eso? ¿Acaso ya no le provoca estar conmigo y necesita ayuda extra?, ¿Soy una depravada sexual?. Oh cielos! en cuanto empezamos a usarlo, fue como si todas esas preguntas se respondieran solas. Usarlo no solo fue un giro muy interesante en todos nuestros encuentros, sino que fue la entrada a un mundo que desconocía hasta ese entonces; un mundo en el que existían tantas y tantas cosas dedicadas al goce, como peces hay en el océano. Ni me convertí en una depravada, ni mi relación estaba cayendo bajo, pero si me convertí en una persona que vive su sexualidad como le da la gana y mi relación tomó un giro tan interesante que podemos usar o no un juguete y nos disfrutamos igual. Una sola cosa fue lo que cambió: ahora tengo mi propio succionador en casa.
La lista de miedos e inseguridades puede ser muy larga o muy corta dependiendo del tipo de personalidad de cada quien, su historia de vida, su experiencia, entre otras cosas. Sin embargo el miedo es una respuesta lógica a lo desconocido y es de lo más normal sentirlo. Creo que está ahí para cuestionarnos su raíz y aprender de nosotros mismos sobre la marcha. Aventurarnos en todos los ámbitos tanto sexual, como laboral o de introspección siempre nos va a sacar de nuestra zona de confort ¡Y eso es bueno! porque seguramente nos habíamos estado perdiendo de cosas maravillosas que vale la pena experimentar. Eso no quiere decir que todo lo que probemos nos tiene que gustar, pero cómo sabremos eso, si no nos animamos a probarlo, ¿cierto?.
¿Te identificaste con alguno de estos miedos irracionales?, ¿Cuál ha sido el pensamiento más loco que te ha cruzado por la cabeza cuando tienes relaciones? Cuéntanos tu experiencia…¡Sin miedo!
Por: Arely Sandoval - Diálogos de una gorda
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